viernes, 10 de septiembre de 2010

Qué es para ti el afecto?




Para Fifí cuando le abres la puerta de tu casa. Para Marcia cuando le regalas una flor. Para Bebusha un corazón bien grande. Para Luquenia la ternura de un perro. Cuando juegan conmigo, dice Teresa. Una naranja. Una estrella. Una mariposa. Un abrazo.
Porque no sabemos vivir sin afecto, porque sin dar o sin recibir uno se siente tan vacio que lo único que puede hacer es dormir. La anestesia no ayuda a soñar. Adormece los sentidos y la capacidad para vivir en plenitud.
Porque si no usamos nuestros ojos no podremos apreciar a esa flor que crece tímidamente, ese árbol que da frutos, esos ojos brillantes, esas sonrisas inocentes. Y sin estas pequeñas cosas, lo más grande es una batalla perdida.
Aquí llegó el final de mi experiencia. La despedida es una cruel compañera. Pero sin ella tampoco podríamos volver a empezar.
The End

lunes, 6 de septiembre de 2010

Piedras Preciosas



Aquí hay muchas maneras de pasar en vela toda una noche, como por ejemplo, exterminando mosquitos con una raqueta eléctrica. Va con pila y tiene un switch.


No son las noches más agradables de Luanda observar como el insecto se achicharra cruelmente entre un campo de fibras de carbono. Será la misma sensación que la que tuvo el verdugo que ejecutó en la Prisión Auburn de Nueva York al primer asesinado por electrocución? Se lo preguntaremos al mosquito.

Padre Stefano o “Ste-falo” que es como le apodo con cierta ironía y no muy lejos de la realidad, me ha tocado bastante las pelotas (y disculpad por la vulgaridad) buscando a una presa para sus jueguecitos pastorales. Y tanto ha sido el enfado que el artículo de hoy se lo quería dedicar a él, como buen jugador de tenis que es echando pelotas fuera, ya que el tema de hoy va de raquetas. Pero pensándolo mejor, arrinconaré la furia para hablar de esas noches y esos días, que sin ser faltos de mosquitos, envuelven mis mejores recuerdos.

Como este momento, en lo más alto de las enormes Piedras Negras de Pundo Andongo, las cuales, esculpidas por la erosión del viento, forman figuras extraordinarias dando a la región de Malanje un carácter misterioso.

Aun pareciendo grandes escaladores, el mayor esfuerzo que hicimos fue prender las brasas para hacer la picanha que luego nos comeríamos muy a gusto (y acompañada de un buen vino-qué no falte-)

Estos chicos, y los que se quedaron en la Villa, grandes compañeros de viaje. No solo de barbacoas. Han significado durante este casi un mes, que ya termina, un gran soporte emocional.

Podría ser comparable a la sensación que tuve ayer a las 7 de la mañana. Despertamos temprano de una noche de acampada en las Quedas de Calandula. Aun haciendo un frio que pelaba no pudimos resistirnos a un buen baño en el rio. Qué salvajes que somos. Y a la espera de un buen café para acabar de despertar el ánimo, allí estaba: un tarro de nutella!

Lo que normalmente forma parte de mi despensa, aquí es un bien muy preciado. Os echaré mucho de menos..Gracias.